Los Cronopios somos silenciosos. Nos vemos casi a escondidas, como si guardásemos un secreto. "Infame turba de nocturnas aves". Los versos gongorinos nos han llevado a la novela que nos ocupa: Los girasoles ciegos.
Esta semana estuvimos sufriendo con Eulalio, compadeciéndonos de Elena y cuidando a Rafael. Los tres murieron ante nuestros ojos. Para ver entre la oscuridad de la guerra y la muerte, los Cronopios bebieron la luz de un sol resplandeciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.